Perales. Paraísos ocultos. «La Grulla Dorada» y una historia de ilusión.

En ésta entrada conté como habíamos comprado la casa de Perales, como nos enamoramos de ella y de este pueblo.

«Me enamoré de Perales una tarde de invierno, caminando por sus calles despacio, acurrucada en sus brazos bajo un paraguas que tintineaba. El olor del pueblo, su ritmo, sus calles, sus sonidos, cada vez que los siento de nuevo me transportan a ese momento en el que pensé que era el…

Compramos una casita, estuvimos viviendo varios años en los que decidimos crear una familia.»

Hoy quiero contaros la historia de la casa que compramos y por la que las lágrimas brotaron de mis ojos muchas veces.

Ésta casa tiene algo que la hace especial, transmite una tranquilidad y una sensación que nunca había sentido en otro sitio. Roberto dice que en ningún sitio duerme tan profundo como en ella.

Cuando decididos tener a nuestra hija, nos fuimos a vivir a Moraleja, porque necesitaba que mis padres cuidaran a la pequeña y era mucho más cómodo para ellos.

Hace quince años que trabajamos en «La Croassantería El Gourmet» de Moraleja y pensando con ilusión en nuestro futuro  decidimos hacer dos apartamentos rurales en la casa que nos enamoró, seguramente ayudaría a muchas otras personas a sentirse igual de felices de lo que nosotros fuimos allí.

En la planta de abajo haríamos un restaurante para hacer pequeños eventos y atender bien a nuestros huéspedes. Todo estaba pensado, todo se aprobó, nos gastamos todos nuestros ahorros, pero al final, el banco no confió en nosotros, y a última hora no nos dio el crédito que necesitábamos para terminar nuestro proyecto.

Lloré y lloré durante mucho tiempo, tenía a mi niña y un bebe de meses, me sentía tan triste y desolada…durante años no fui capaz de subir a Perales, Roberto se encargaba de ir cuando era necesario, o para recoger el correo.

 

DORADA MESA COCINA

 

Después de casi cinco años, que se dice pronto, Roberto pensó que era el momento de lanzarnos, y me convención para terminar aunque solo fuera uno de los apartamentos, el me hizo ver que era posible y aquí estamos hoy, con el listo y llenos de ilusión, hemos trabajado mucho, pasado las mañanas enteras entre brochas y risas, limpiado los duelos con cepillo y encerado de rodillas, comido bocadillos de jamón para no bajar a comer a casa y poder terminar. Ya no hay lagrimas en mis ojos, solo alguna de emoción, por haber conseguido al menos terminar una de las partes. Ahora tenemos la puerta abierta a pensar que seguramente dentro de no mucho tiempo podremos seguir y terminarlo todo.

Quiero agradecer a todos los que me apoyaron, de una manera u otra, a Juan por tener tanta paciencia con nosotros, a mis padres por pensar que lo conseguíamos y a Roberto por confiar en mi hasta el final.

El apartamento se llama «La Grulla Dorada», su nombre lo pensé mucho antes de empezar este proyecto pero en mi mente los dos van dados de la mano.

Será mucho más que un apartamento rural y poco a poco iréis descubriendo por qué.

Si queréis visitarlo podéis dar un paseo por él en la página «La Grulla Dorada».

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Soledad Vidal
solevipe@gmail.com