Robledillo. Paraísos ocultos. Cuando un error se convierte en una aventura.

Nuestra intención era ir por el sendero que lleva a Santotomé, pero nos despistamos y en vez de cruzar el río siguiendo las indicaciones seguimos por el sendero que sale justo enfrente, descubriendo la zona más salvaje, pura, vibrante y mágica de Robledillo.

Estuvimos a punto de darnos la vuelta en dos ocasiones y aunque al final no llegamos a ningún sitio en concreto, disfrutamos de la aventura, porque fué eso…toda una aventura.

Empezamos en un sendero muy estrecho, rodeado de ortigas que me picaron a través del pantalón, menos mal que solo a mi, porque Roberto se las iba apartando a Matías y yo a Leonor.

Tuvimos que saltar algunos troncos caidos que no nos dejaban abanzar y atravesar regatos desvocados y el río en varias ocasiones. Una de las veces Matías se cayó hasta las rodillas en el agua, no le importó porque decía que le gustaba sentir las burbujitas en los píes. Roberto tiró una piedra grande para que pudíeramos cruzar y nos mojó más el que el propio río, era gracioso verle cargar las piedras, sobre todo cuando debajo de una de ellas encontró una serpiente dormida, salimos todos corriendo u cruzamos el río a toda velocidad.

Muchos tramos del sendero tenían tierra fresca levantada, como escarvada, imagino que por los jabalís.

Desde luego, fué toda una aventura, y aunque Matías pasó a ratos un poco de miedo, Leonor se quejaba por tener que mojarse o mancharse sus zapatilla y Rober también refunfuñó un poco al principio, reconozco que todos nos reímos muchísimo, y ahora más recordándolo, que disfruté con los colores verdes vibrantes de las hojas, con el canto ensordecedor de los pájaros libres, con la visión de las mariposas que no tenían ningún miedo, con la naturaleza en su estado más salvaje, puro mágico…. y vuelvo a repetir «I want to be wild«.

«Verde, brilla en tus ojos un impulso húmedo,

arropado del viento entre árboles

me mantengo despierta con el canto de los pájaros,

que tintinea en mi cabeza como una mágica muestra de amor.

 

El olor de la tierra humeda removida

por los animales salvajes, despierta mi empulso de cerrar los ojos,

dejarme llevar, atravesando tu río descalza,

sintiendo tu fuerza interior, tu pureza.

 

Comeré de tus hojas,

beberé de tus aguas,

dormire en tu tierra,

y dejaré volar mi alma con el canto libre de tus pájaros.»

 

 

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar

Soledad Vidal
solevipe@gmail.com