«Camino sigilosa a traves de un puente de tablones tambaleantes,
tengo ganas de cruzar a la otra orilla.
El silencio convoca recuerdos de días lejanos,
en los que las tardes duraba más que la caída de un sol.»
Casi siempre caminamos por lugares que ya conocemos, caminos que hacemos nuestros y que nos permiten llevar la mente relajada, sabemos lo que vamos ha encontrar, nos dan seguridad y protección.
Pero a veces encontramos otro camino, nos da miedo aventurarnos hacia el, a la vez nos atrae. Sensaciones escondidas en senderos ocultos que estaban tan cerca, esperando el momento de ser descubiertos, esperando me los miren con otros ojos, que los acaricien con el pensamiento, que los recuerden con añoranza de lo que fueron un día.
El otro día fuimos a «El Chorrerón», cogí otro camino al habitual y de repente me encontré con un campo lleno de enormes girasoles que habían sido olvidados, todos con las cabezas inclinadas mirándome tímidos, susurrando entre el viento palabras del olvido. me sentí como un pirata atraído por los cantos de unas sirenas evocadoras, paré el coche y llenando mis botas de barro comencé a caminar entre ellos. En ese momento tomé la decisión de que no podía dejar que desaparecieran sin mantenerlos vivos en una fotografía.