Después de recorrer Eljas y descubrir cada una de sus calles, decidimos seguir la carretera que va directamente a San Martín de Trevejo. La batería de mi cámara empezaba a parpadear, pero no pudimos evitar parar nuestro coche en el arcén y recorrer la carretera caminando durante unos metros, observando como pájaros desde lo alto de las rocas el paisaje lejano.
Cada una de las estaciones está completamente definida en Extremadura, esa es una de las cosas que más me gusta de vivir aquí. En verano hay partes de la sierra que se vuelven doradas, un dorado tan intenso que da destellos e eliminan decorando el bajo de las rocas como si fueran coronas de reyes.
Los cielos son tan azules y puros que te dejan ver todo en el horizonte, un mar de montañas envueltas en una suave bruma que hace volar tus sueños.
La batería de mi cámara seguía parpadeando y entre clic y clic nos dejó disfrutar de este momento mágico.
Te invito a que pruebes a parar un día tu coche en la cuneta, que camines andando y disfrutes de los pequeños placeres que a veces la rutina nos esconde.
Ésta es la foto que salió en el último clic y me encanta. Si cierro los ojos puedo sentir el olor del campo.
