
«Recuerdo a mi padre cada verano diciendo «mañana me voy a la sierra», se recorría su lomo de punta a punta, entre canchales, escobas y jaras, llenándose de la energía que aún conservan esas enormes piedras en sus recuerdos de la infancia.
Cuando regresaba a casa aún se podían ver en sus ojos los horizontes infinitos y el azul del cielo. Su ropa olía a pureza y su corazón palpitaba a la misma velocidad que la del niño que aún se despierta en él.»
El otro día volvió a recorrer el lomo de la sierra, pero esta vez no iba solo, iba acompañado por la esencia pura de su pasado, presente y futuro. Llenaste nuestros ojos con la belleza infinita de la nostalgia de un presente vivo en ti, consciente de lo necesario que es mantener los recuerdos.