Cilleros. Paraísos ocultos. La casa de Don Teófilo y yo.

«Cada vez que pasaba por la puerta,

sentía que en su interior,

se guardaba un pedazo de mi infancia.»

 

Cada año cuando terminaban las clases a finales de junio, mi madre, mi hermana y yo, veníamos en autobús al pueblo, luego mi padre se reunía a primeros de agosto y en septiembre nos íbamos todos juntos, en esos viajes largos en los que poníamos las cintas de casete, no llevábamos cinturones atrás y comíamos filetes empanados en cualquier área de servicio.

Deseaba que llegara el verano, era como tener otra vida al mismo tiempo, disfrutaba de otras cosas y otras personas totalmente diferentes. Cuando entrábamos en el Puerto de Perales el olor a Extremadura nos inundaba y nos hacía sentir tan felices…

Llegar a Cilleros era llegar al Paraíso, todos mis abuelos estaban allí, mis tíos, las calles en cuesta, la panadería, el sol tan penetrante, el olor a agua limpio que recorría las calles, la gente que me miraba con cariño al verme siempre tan feliz.

Recuerdo las casas de mis abuelas, las dos muy diferentes, pero recuerdo muchísimo «La Casa de Don Teófilo».

Deseaba que llegara el momento de cruzar aquella enorme puerta de madera. Subirme a la pared del huerto y curiosear la vida de la calle. De jugar con Israel, cuesta arriba, cuesta abajo, juntos en la hora de la siesta, cuando todo el mundo dormía, viendo el Coche Fantástico y compartiendo dibujos y miradas cómplices.

Recuerdo que cuando sonaba el teléfono era un acontecimiento, porque mi padre nos llamaba y salían a avisarnos a casa para poder hablar con el, que ilusión…su voz a través de un cable…

Recuerdo el olor a las flores de los Periquitos del jardín y hacer tortitas para merendar con Mari Carmen. Subirnos a los naranjos y refrescar el patio con los pies descalzos.

 

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Hacía muchos años que no había vuelto a entrar, a veces pasaba por la puerta y pensaba ¿habrá alguien dentro? ¿seguirá igual todo? ¿sonreirá igual Israel cuando un día me vuelva a ver? ¿nos reconoceremos? ¿tendrá la misma sensación de añoranza cuando recuerde todos los momentos que vivimos?

Espero un día volver a verle, a el y su hermana, y a Mari Carmen.

El otro día conseguí que me abrieran la puerta, y mi corazón se iluminó por dentro, tanto que el tiempo se paró por un momento. Todo seguía igual, los mismos suelos, la misma barra de hierro detrás de la puerta de madera, los mismos naranjos que llevan tatuados mis huellas en su madera. La pared está mas alta, y ya no hay gallinas en el gallinero, los membrillos caen al suelo si ilusión de ser recogidos, pero lo que que es la esencia….está allí y volví a sentirla, y te eché de menos porque no estabas a mi lado….


Varios días después:

El mismo día que publiqué la entrada recibí un mensaje…Israel se puso en contactó conmigo, después de tanto tiempo de nuevo estamos unidos. Gracias a este proyecto que me está trayendo tantas satisfacciones y a mediados del mes que viene nos volveremos a reunir, para compartir sensaciones y emociones en el mismo escenario de nuestra infancia.

El día de nochevieja me mandó este regalo, el mejor que he recibido estas Navidades, gracias Israel.

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Han pasado 35 años de una foto a otra, y hacía 25 que no nos veíamos. La lluvia casi no nos deja volver a repetirla, pero lo conseguimos y volvimos a revivir a nuestros niños interiores, volvimos a mirarnos, ver gestos y sensaciones que perduran en el tiempo y que los años no dejan borrar porque son parte de nuestra esencia. Recorrimos la casa de arriba abajo con la misma admiración y sorpresa.  Nos reímos y comentamos partes de nuestras vidas, me alegro tanto de haberte vuelto a encontrar….

isra y yo

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Soledad Vidal
solevipe@gmail.com